lunes, 7 de septiembre de 2009

CEP: SIN NOVEDAD EN EL FRENTE

LOS VOTANTES PERDIDOS
Por Jorge Gómez Arismendi
Los resultados de la encuesta CEP julio-agosto no aportan nada nuevo, excepto –y de forma involuntaria- que el número de gente que no votará por nadie está aumentando.
Cifras más cifras menos, millones más o millones menos en campaña, el escenario político parece no alterarse mayormente. Las intenciones de la gente parecen estáticas, y los candidatos parecen no ganar adeptos –a pesar de la cantidad de dinero gastado, carteles pegados y spot grabados- sino más bien conservar los ya adquiridos.
El votante chileno es conservador, no es innovador ni muy variable. Sin embargo, hay un fenómeno que ninguna encuesta, incluida la CEP, quiere mostrar, aunque es patente, el aumento de gente que no votará por nadie, ya sea por no estar inscrito o porque nadie lo convence.
Y no quieren decirlo ni mostrarlo porque el efecto sería arrollador. Sí, porque la gente aún cuando vota de manera conservadora o rígida, es susceptible ante ciertos mensajes. Y decir que aumentan los que no votan por nadie, es un mensaje es claro: no son pocos los que consideran que la clase política no está a la altura…
Probablemente muchos ciudadanos opinan eso, en sus casas, en sus trabajos, en los asados, en la sobremesa. Y sin embargo, probablemente votarán por algún candidato, simplemente porque asumen -inconscientemente- que eso es lo lógico. No votar es un desperdicio, una irracionalidad.
¿Y si varios lo hacen? ¿Están todos locos? No necesariamente. Probablemente varios ya hacen un diagnóstico del entorno político, libre del fervor ideológico-partidario, o de la errada exaltación cívica que indica que lo bueno es votar por lo que hay (algunos votan por x candidato, más por una mal entendida obligación cívica que por convicción política).
Si uno analiza los resultados de la CEP y más aún, cree en ellos, prácticamente no hay alteraciones en las preferencias de los electores. Si entendemos la política como convencimiento del otro ¿Qué clase de políticos son éstos, que no convencen a nadie? ¿Realmente hacen política?
Quizás por eso, el número de gente que no votará por nadie crece silenciosamente mientras son más los que ven el acto de votar por nadie como algo válido y razonable. Porque no hay política.
Por eso, quienes necesitan de la legitimidad del ciudadano a través de su voto, le ofrecen poder desesperadamente, en campañas de TV, en radios, en carteles y gigantografías publicitarias, como si fueran consumidores. Pero no hay política ¿Publicidad engañosa entonces?
Los ciudadanos comienzan a darse cuenta que no hay política, sino otra cosa extraña.
Por eso, los resultados de la encuesta CEP julio-agosto no aportan nada nuevo, excepto –y de forma involuntaria- que el número de gente que no votará por nadie está aumentando calladamente. Esa es la verdadera revolución silenciosa.
LO QUE DEMOSTRÓ LA CEP
Por Jorge Montecino
La encuesta CEP, reflejo con sus resultados, dos aspectos claves para entender la política en Chile: Uno, que los límites del poder se mantienen claramente definidos. Dos, el alcance del discurso público, para capturar los votos necesarios para reproducir el poder.
La encuesta CEP, por una parte, confirmó que el sillón presidencial, no tendrá sobresaltos y todo se resolverá, manteniendo el Status Quo, entre el ex Presidente Eduardo Frei-Ruiz Tagle y el empresario Sebastián Piñera. Las posibilidades de MEO, se postergan y su porcentaje electoral de la primera vuelta, servirá como base de negociación por cuotas especificas de poder, y por tanto, busca mantener los limites del poder, dentro del margen establecido por la clase política a la cual pertenece.
Contrariamente como algunos suponen, el camino electoral de MEO, no es la contienda electoral de diciembre. Realmente busca capturar ciertas franjas del electorado desencantados de los bloques mayoritarios (Concertación y Alianza) para futuros desafíos electorales.
¿Qué ocurre con la incertidumbre de la competencia política?
La clase política curiosamente postergó la inscripción automática y el voto voluntario, y con ello disminuyó notoriamente la incertidumbre y la sorpresa electoral en la competitividad por el poder. Los votantes de diciembre, mantendrán su número casi invariable, respecto de las últimas elecciones presidenciales. Vale decir, la torta electoral es la misma. La competencia se concentra en quién es capaz de “acarrear más votantes” el día de la elección.
Ello es tan cierto, por que además, el electorado se presenta dividido en dos. (La disputa del SI y el NO, que viene del año 1988). En tal escenario, los sectores indecisos y desencantados, son en definitiva quienes pueden decir el poder. Sobre estos sectores recae el “bombardeo” de la propaganda política, otorgándoles trato de “clientes”, a ser capturados de cualquier forma. Es la confirmación del Marketing electoral que no tiene límite en el gasto (campañas millonarias) ni en su acción. (Importa el voto, y no el contenido)
Mientra ello ocurre, millones de personas con derecho a voto, no sufragan por no estar inscritos, sobre todo los jóvenes. Crecen los niveles de apatía, desinterés por los asuntos públicos y el desencanto por la política. Ante tal situación, el mercado reemplaza la participación que la política no permite.
¿A quién beneficia esta situación?
Lamentablemente, los más beneficiados, son aquellos sectores que buscan la reproducción del poder por el poder. Ansiosos de seguir disfrutando los beneficios de administrar el poder en cualquier nivel, desechan cualquier cambio, por que ello podría significar la perdida de su bienestar.
La política como acción pública.
La política requiere ser reivindicada como una noble acción pública, que beneficia al conjunto de la comunidad política. Para ello se hace urgente, nuevos diálogos entre gobernantes y ciudadanos. Además, implica nuevas miradas, para nuevos problemas. Uno de ellos, es la reproducción de la elite política, y la renovación de las autoridades en el país. Sin embargo, ello no será posible, al menos en la próxima elección presidencial. Los ciudadanos deberán seguir esperando.

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