lunes, 3 de agosto de 2009

PIÑERA Y EL BANCO DE TALCA

LA HEPARINA DEL EMPRESARIO SEBASTIÁN PIÑERA
Por Jorge Montecino.
Son precisamente los escándalos empresariales, que complican al Piñera-político, e irrumpen en el escenario político electoral, que pudieran significar su no llegada a La Moneda.
¿Qué motivó a Mónica Madariaga para mencionar el episodio del Banco de Talca? ¿Qué pretendió el empresario Juan Claro, en los años noventa, al desencadenar el Piñera – Gate? ¿Por qué Lan Chile fue multada en 88 millones de dólares en Estados Unidos?
Parecen todas interrogantes que apuntan al relacionamiento del empresario y actual candidato presidencial, Sebastián Piñera Echeñique, con la forma y el fondo de obtener sus negocios, y por ende, la acumulación de su riqueza.
Por tanto, el nuevo escándalo de cómo eludió la justicia en el caso del “Banco de Talca”, - incluida la intervención de Pinochet- así como el desvió de cuantiosos recursos a empresas de su propiedad, mediante una triangulación especulativa y poco ética, resulta un denominador común, en la recurrente vida empresarial del candidato Presidencial.
Son precisamente los escándalos empresariales, que complican al Piñera-político, e irrumpen en el escenario político electoral, otorgándole calidad de bullicio mediático, y que evidentemente desordena la integridad ética de Sebastian Piñera. En dicho escenario, vale la pena preguntarse: ¿Cuál es el costo que pagará Sebastian Piñera –empresario- en su afán por llegar a La Moneda, (Piñera Político)
Parece que no existe límite posible para un obstinado y empecinado hombre de negocios, que está dispuesto a llegar a La Moneda, a cualquier precio. Algo que lo diferencia de las otras 5 fortunas más importantes del país. Dicho de otra manera, -el candidato Piñera, tiene su propia Heparina, y dice relación con su incompatibilidad entre empresario y político.
La forma de gestionar los negocios – con reparos éticos y falta de prudencia-instala el debate de fondo, respecto de la incapacidad de equilibrar negocios y política, sobre todo cuando en algunas ocasiones, la ética y las buenas costumbres, no tienen la profundidad requerida. En más de alguna oportunidad – como en los casos Lan Chile e Infinco- el empresario no escatima esfuerzos para utilizar información privilegiada y obtener beneficios para sus negocios. En el caso del Banco de Talca, la negociación con el Banco de Concepción, favoreció a Piñera y de paso dejó fuera del negocio al propio banco y los demás socios.
Lo complejo, para Sebastián Piñera – candidato, es que no puede desligarse de estos y otros episodios, por que la “Heparina empresarial” pudiera significar en el apretado escenario electoral, que aquellos electores indecisos – hacia quienes van dirigidas las campañas electorales- cambien sus preferencias. No olvidemos que la elección presidencial se pudiera definir por escasos miles de votos, y por tanto, un tropiezo de algunos de los candidatos, implicaría su no llegada a La Moneda.
ACTUAR PRIVADO Y PÚBLICO ¿DOS ÉTICAS?
Por Jorge Gómez Arismendi
Más allá de tecnicismos de toda índole para definir la inocencia o culpabilidad de Piñera en cuanto al Banco de Talca, este incidente hace pertinente la discusión en torno al nivel de coherencia ética que debe existir entre el actuar privado y público de los representantes, sobre todo en cuanto al respeto a la legalidad.
Berlusconi es probablemente el más escandaloso de los políticos actuales. Su vida privada y personal es más sabrosa para los medios que su vida política y claramente será más recordado por sus bataholas que por su gobierno.
El caso de Berlusconi, así como el de Clinton o Kennedy años atrás, nos demuestran que separar la vida privada de la pública, es muy difícil para los políticos, y que de esa colusión constante pueden salir airosos o destruidos.
En Chile la misma lógica se aplica cada vez más, y por lo mismo, nuestros políticos ya no son vistos como “honorables” ciudadanos, intachables y de una ética elevada, sino más bien como sujetos que tienen las mismas tentaciones, falencias y vicios, que el resto de los mortales.
Esta semana Piñera no ha escapado de esa lógica.
Como un fantasma que pena, un episodio de su vida privada y oculto para el electorado en general -cuando en 1982 Luis Correa Bulo lo declaró reo y ordenó su arresto por fraude al Banco de Talca- ha salido a la luz pública de forma abismante, justo en medio de su campaña presidencial.
Más allá de tecnicismos de toda índole para definir la inocencia o culpabilidad de Piñera en dicho episodio, este incidente hace pertinente la discusión en torno al nivel de coherencia ética que debe existir entre el actuar privado y público de los eventuales representantes, sobre todo en cuanto al respeto a la legalidad, porque su legitimidad está fundada en el imperio de la ley.
Y esto ya no se trata de fideicomisos ciegos o de si es legítimo o no que alguien con mucho patrimonio económico pueda ejercer cargos públicos, sino de cómo el actuar privado se condice con el discurso público sin colisionar.
En el caso de Piñera, la colusión entre su modo de actuar privado y su imagen pública ha estado presente en otras ocasiones como el Piñeragate –aún cuando es totalmente inaceptable el espionaje en sí- o la sanción que le interpuso por la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) por uso de información privilegiada, al violar el deber de abstención en la compra acciones de LAN en el año 2006.
En el primer caso, claramente se podría poner en duda el actuar ético del actual candidato presidencial. En el segundo, su respeto al derecho, aún cuando Piñera atribuyo a un error de cálculo la infracción legal, pagando una multa cercana a los $ 360 millones.
En el caso del banco de Talca, durante la administración de Piñera, la entidad no sólo tenía prestados cinco veces su capital, aún cuando la ley permitía un límite máximo de sólo el 25% del mismo, sino que se fingieron exportaciones, a través de empresas de papel, según un informe del auditor Iván Goic.
¿Error de cálculo, excesivo riesgo empresarial o transgresión de la ley? No es pretensión de este artículo responder aquello.
Lo claro que si analizamos bien, Piñera parece no ser el único político que ha actuado alguna vez, al “filo” de la ley.
Así por ejemplo, hace rato que las campañas comenzaron, aún cuando la ley 19.884 prohíbe realizar propaganda dirigida directa o indirectamente a promover el voto antes de 30 días de las elecciones.
Ese es el punto de todo esto ¿Qué pasa cuando quienes harán o hacen imperar la ley la transgreden? ¿Qué pasa con la legitimidad de la ley y de esos gobernantes?
Los cuestionamientos que vive Sebastián Piñera en torno al Banco de Talca, demuestran que la separación entre vida pública y privada, para los políticos es muy difícil, aún cuando pasen muchos años. Y eso corre para todos, incluso Berlusconi.

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