lunes, 1 de junio de 2009

Análisis discurso 21 mayo 2009

De la política del crecimiento a las políticas del Bienestar
Por Jorge Gómez Arismendi
El discurso del 21 de mayo dejó clara cuál debe ser ahora la prioridad de los candidatos presidenciales y el futuro gobierno: constituir una política de protección social como política de Estado constante.
Hasta hace algunos años, el concepto central que primaba en los debates políticos, en las propuestas de los candidatos de turno y en los discursos presidenciales de 21 de mayo y de gobierno, era el crecimiento económico. Y sobre todo, cómo garantizarlo.
Ese fue por más de 15 años, la base de las políticas de los gobiernos de la Concertación –con los tratados de libre comercio como foco central- y el principal concepto disputado por la Alianza por Chile en cuanto a quién lo podía desarrollar de mayor forma.
Sin embargo, la actual crisis económica mundial, ha debilitado fuertemente dicho discurso, dejando de manifiesto ante la ciudadanía y también ante la clase política en general, que el crecimiento económico no es garantía de seguridad individual en tiempos financieros complejos.
Lo anterior, estaría generando un cambio en el discurso político general, en cuanto a cuál es el rol de los gobiernos. Este no sería sólo garantizar el crecimiento económico, sino también la protección social cuando lo primero falla.
La conjunción que da paso al verdadero desarrollo.Quizás por esa razón, el jueves nadie cuestionó de manera global el fuerte enfoque hacia la protección social, que tuvo el último discurso de la Presidenta Michelle Bachelet.
El discurso de la protección social se ha comenzado a hacer transversal. El escenario de crisis así lo permite.
Si consideramos que el paquete de medidas propuesto por la mandataria implica una inversión en seguridad social por parte del Estado, de 1.150 millones de dólares, el cambio en las prioridades gubernamentales comienza a ser notorio. Ese gasto, años atrás era impensado dentro del discurso del crecimiento.
En este sentido, el discurso presidencial también define los contenidos que probablemente se disputarán en la carrera presidencial y el futuro gobierno a partir de 2010.
Lo central del mensaje sin embargo, es que ese cambio en el discurso también exige la responsabilidad de las propias clases políticas y los gobiernos en cuanto al buen uso que hacen de los recursos. Por lo mismo, la Presidenta fue clara al decir que “la prudencia de ayer rinde frutos. La disciplina fiscal en años de bonanza servirá para enfrentar este incierto cuadro internacional sin que ello conlleve afectar el gasto social".
Los candidatos presidenciales ya no pueden sólo hablar de crecimiento y emprendimiento en sus propuestas, sino también de seguridad social y sobre todo de responsabilidad, en todo sentido.
Sin reforma política no hay Bienestar pleno
Por Jorge Montecinos
El mayor logro del Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, es sin duda, la política de protección social hacia los más vulnerables, que se implementó y que cubre los dos últimos años de su mandato. Esto implica la protección algunos sectores, que ruegan por mayor bienestar, ante las dificultades económicas globales y nacionales, entre ellos, el desempleo y las bajas en el comercio internacional.
Es un avance significativo, que debiera transformarse en política de Estado. Sin embargo, un mejor país, implica también equilibrar la reforma del bienestar con la reforma política. Este último aspecto resulta clave para la transformación de fondo, que requiere Chile: ser un país diverso, inclusivo y con plenas garantías de participación ciudadana.
La profundización de la calidad y densidad democrática de las instituciones y sus procesos, es un desafío clave, que es necesario resolver con prontitud. El cambio de la Carta Fundamental, no puede seguir esperando. Dicho proceso debe transformarse en un tema país, capaz de fortalecer la participación ciudadana, cuyo tejido esencial, se encuentra desplazado de las decisiones políticas más fundamentales.
Vivimos en sociedades complejas, cuyo motor de las transformaciones es dinámico, muchas veces impredecible y totalmente cambiante. Por tanto, el diálogo y la reforma política es parte de un todo integrador. En dichos aspectos, la reforma constitucional; el cambio de sistema electoral binominal; las elecciones directas de Intendentes y Gobernadores, así como el término de los Consejeros Regionales – por mencionar algunos- son aspectos que requieren un cambio lo antes posible. La espera sólo profundiza el problema y sus efectos.
La clase política, especialmente los legisladores, necesitan aumentar la marcha, con una prontitud política real y efectiva. Lamentablemente la inscripción automática y el voto voluntario, reforma que no será posible aplicar en las próximas elecciones de diciembre, es una mala señal para los ciudadanos. En síntesis, la reforma política es un componente imprescindible de las reformas necesarias del Estado.

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